En uno de nuestros artículos anteriores, exploramos el funcionamiento y proceso de la terapia cognitivo conductual, desglosando sus aspectos fundamentales. Sin embargo, hoy nos sumergimos aún más en esta valiosa terapia psicológica al compartir contigo cinco claves esenciales. Estas claves te brindarán una comprensión más profunda y te guiarán para aprovechar al máximo los beneficios de la Terapia Cognitivo Conductual en tu viaje hacia el bienestar emocional.
1. Asegurarnos de que elegimos un/a terapeuta con el que conectamos
El primer paso para que la TCC tenga éxito es elegir a un/a terapeuta con el que tengamos una buena conexión: una persona con la que nos llevemos bien, y con la que nos sintamos a gusto y en confianza. Generar un buen vínculo con nuestro terapeuta es necesario para que la terapia funcione, así que no tengas miedo de probar y cambiar las veces que sea necesario, hasta dar con la persona que creas que es adecuada para ti.
2. Implicarnos en la terapia
Durante todo el proceso terapéutico será necesaria nuestra implicación: esforzarnos en dar una continuidad a la terapia, asistir regularmente a las sesiones, tratar de cumplir las pautas que nos indique nuestro terapeuta. Asimismo, recordemos que no debemos esperar que todo provenga únicamente del terapeuta, sino que también somos protagonistas activos en nuestro propio proceso de cambio: por ejemplo, el terapeuta no me dirá qué objetivos tengo que conseguir, tendré que establecerlos yo para después valorarlos en conjunto, como un equipo.
3. Comunicarnos de forma abierta y sincera
Compartir con nuestro terapeuta nuestros pensamientos y emociones, (entendemos que esto puede ser difícil, y por supuesto siempre será a nuestro propio ritmo), pero es importante que nos expresemos, y que hablemos con total honestidad, sabiendo que no se nos va a juzgar (si alguna vez te sientes juzgado/a por tu terapeuta, ¡ahí no es!). También será necesario en ocasiones dar feedback a nuestro terapeuta: contarle abiertamente cómo nos sentimos en terapia, cómo creemos que va el proceso, si percibimos que estamos avanzando o no, y por qué… Nuestra opinión sobre lo que hacemos en terapia es muy valiosa.
4. No esperar resultados inmediatos
Es importante que ajustemos nuestras expectativas, y sepamos que en ninguna terapia nos pueden ofrecer resultados ‘mágicos’ o inmediatos (y si en alguna te lo ofrecen, no te fíes). Todo proceso terapéutico lleva su tiempo: supone conocernos de cero con otra persona, abrirnos y compartir nuestros sentimientos más profundos, comprender entre ambos cómo se ha generado el malestar y qué tenemos que cambiar para mejorarlo, entrenarnos para conseguir esos cambios… No es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana, pero si nos esforzamos y le damos una continuidad, los resultados merecerán la pena.
5. Realizar un trabajo activo entre sesiones
Las sesiones son solo una pequeña parte de nuestro tiempo, mientras que realizar las tareas que nuestro terapeuta nos proponga, supone trasladar lo que trabajamos en sesión al resto de nuestra vida. Es como si quisiéramos aprender a montar en bicicleta, y en sesión el terapeuta nos explicase la teoría, e hiciésemos juntos una pequeña práctica. ¿Cómo aprenderíamos más rápido, haciendo solo esto en los ratos de sesión, o saliendo a practicar por nuestra cuenta con la bicicleta entre las sesiones? Hacer las tareas supone entrenar nuestras nuevas habilidades en el día a día, y nos permite interiorizarlas y mantenerlas.
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